El escritor y experto en educación Ken Robinson decía a menudo que la creatividad se aprende igual que se aprende a leer. Era su frase favorita y viene a resumir lo que muchos pedagogos se esfuerzan en defender: la necesidad de enseñar a innovar desde la infancia, de desarrollar en los niños unas potencialidades creativas que van a serles muy útiles a lo largo de la vida.
El estudio Robinson sobre la cultura de la creatividad revolucionó el mundo de la enseñanza en Gran Bretaña, pero son muchos los expertos que han puesto énfasis en la misma idea. De hecho, existe mucho material didáctico que trabaja en esta dirección. La editorial GEU, por ejemplo, publica materiales que ayudan a fomentar la imaginación desde edades muy tempranas. Incluso tiene una propuesta pedagógica para aprender a diferenciar las emociones y a prestar atención a los pensamientos.
Creatividad y éxito empresarial
El concepto de que la creatividad se aprende desmonta en parte la creencia generalizada de que cada uno sirve para lo que sirve y de que hay personas negadas para determinadas tareas. Si bien es cierto que existen cualidades innatas, todo puede ejercitarse, sobre todo, la imaginación.
Creatividad e innovación van de la mano y son la clave para el éxito. Y no solo hablamos de actividades relacionadas con el arte o la cultura; la creatividad está detrás de todos los proyectos triunfadores, de todas las iniciativas económicas y empresariales que se han abierto camino y que han alcanzado proyección de futuro.
Para entender la importancia de la creatividad no hay más que prestar atención a los requisitos que ponen muchas empresas para optar a un puesto de trabajo. Buscan personas resolutivas, dispuestas a enfrentarse a nuevos retos y, principalmente, capaces de aportar nuevas ideas. Las personas creativas siempre van por delante en los procesos de selección, porque los mercados son exigentes y porque la competitividad obliga a buscar siempre a los mejores talentos.
Y, ¿es lo mismo creatividad que innovación? No exactamente. La creatividad es el punto de partida de una idea, mientras que la innovación sería la transformación de esa idea en algo palpable, real y susceptible de generar valor.
Creatividad en tiempos de crisis
La crisis del 2008 fue una prueba de fuego para todos los sectores económicos. El cierre de empresas y el crecimiento del paro obligaron a aplicar soluciones imaginativas que todavía hoy están vigentes. Muchos de esos proyectos salvadores tuvieron que ver con internet: redes sociales, comercio electrónico, plataformas de video, influencers… También hubo un redescubrimiento del handmade y del gusto por lo antiguo.
Hoy, con la crisis de la Covid, la creatividad ha tomado una nueva dimensión y ha sido más protagonista que nunca. Lo vimos durante el confinamiento: empresas de automoción fabricando respiradores para hospitales, cadenas de moda creando mascarillas y restaurantes de estrellas Michelin cocinando menús para llevar. Son ejemplos que corroboran la fuerza de la creatividad en tiempos de crisis y la importancia de educar la mente para afrontar nuevos retos.
Los efectos de la pandemia van para largo y aunque empiece la vacunación será complicado salir de la crisis. Por eso, más que nunca, habrá de tirar de nuevo de la creatividad. Es la mejor arma para luchar contra las dificultades.
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