¿Qué diferencias hay entre pollo, gallo y gallina?

En torno al mundo de las aves existen muchas dudas. Quizá el hecho de verlas con plumas, tan diferentes a nosotros, nos lleva a pensar que realmente son distintas. Sin embargo, las gallinas no difieren tanto de nosotros. No sólo en el hecho de que todos amamos la vida, sino que además tienen un desarrollo vital que se parece al nuestro. Cuando nacen, esos bebitos plumíferos reciben el nombre de pollos, y una vez alcanzan su madurez sexual se convertirán en gallinas y gallos dependiendo de su sexo. Aquí te contamos cuál es la diferencia entre pollo, gallina y gallo para que puedas reconocerlos.

Diferencias entre pollo, gallina y gallo

La vida de las aves

Sabemos que las gallinas ponen huevos. Ahora bien, ¿qué es exactamente un huevo y por qué a veces deviene en un pollo y otras veces, no? ¿Necesitan las gallinas de los gallos para poner huevos? Quizás te has hecho estas preguntas. Aquí intentaremos responder a ellas.
Para la formación del huevo, las gallinas no necesitan de la presencia del gallo. El huevo es un cuerpo redondeado que las gallinas producen para proteger el embrión y aportarle el alimento que necesita para su desarrollo. Para que dicho embrión se forme, se requiere de la presencia de un gallo, que fecunde el óvulo. Una vez que esto sucede el futuro pollito comienza a formarse dentro del huevo.
Pero las gallinas ponen huevos independientemente de si hay o no fecundación; los huevos destinados a nuestro consumo son aquellos que no han sido fecundados. ¿Y por qué digo que no somos tan diferentes? Pues, porque podríamos considerar que los huevos no fecundados de las aves son como la menstruación de los mamíferos, de las mujeres, en el caso de los humanos.
En estado natural, desde que la gallina pone el huevo hasta que nace el polluelo deben pasar unos 21 días. Una vez que nacen (rompiendo el cascarón y abandonando el huevo), estas aves reciben el nombre de pollo. Este período se extiende hasta su adolescencia (cinco meses); momento en el que alcanzan su madurez sexual y reciben el nombre de gallina, si son hembras, y gallos si son machos. Los pollos que se utilizan en el consumo humano no tienen más de dos meses de vida.

Las gallinas y el mercado de la carne

La explotación de estas aves abarca todos los períodos de la vida. Los pollos que no son destinados al consumo humano (sacrificados para convertirse en fuente de proteína cárnica) y llegan a la madurez sexual, se convierten en gallinas (que son explotadas como ponedoras, para la producción de huevos) o en gallos (que son explotados como fuente de fecundación).
No obstante, para que la fecundación sea más rápida se lleva a cabo de forma artificial, fuera del cuerpo de las gallinas, en ambientes destinados especialmente a prodigarles la temperatura y las condiciones aptas para que el resultado tenga mayores posibilidades de ser exitoso.
Es importante señalar que en la actualidad, debido a las exigencias de cantidades y características determinadas en el mercado de la carne, el desarrollo de los pollos no tiene lugar de forma natural. Tanto la gestación (que se realiza en laboratorios) como el crecimiento (que se promueve con la incorporación de alimento de engorde y en ocasiones, hormonas) se llevan a cabo de forma artificial para conseguir un alto y eficaz crecimiento en un tiempo corto.
Podríamos decir entonces que cuando alguien compra un pollo en la carnicería, se está llevando a una criatura de dos meses de vida en un cuerpo de unos tres o cuatro meses. Esto significa que en estado natural sería imposible que un pollo de ese tiempo reuniera las características y los nutrientes que se espera de este tipo de alimentos, por lo que ha sido necesaria una gran ayuda artificial.
Antes de terminar cabría señalar que la diferencia entre la carne de pollo y de gallina es que esta última es menos tierna y tiene más nervio, por esta razón suele ser también más barata. Generalmente, los animales que se destinan para este tipo de consumo son aquellos que ya han sido explotados en la producción de huevos pero se considera que su vida útil ha terminado.

¿Es bueno comer carne de pollo?

Si bien es cierto que los médicos nos recomiendan esta carne como fuente de proteína, debemos tener presente que dadas las características de la industria avícola, no todo son beneficios. Entre los perjuicios que cabría señalar, además de las cuestiones de empatía y derechos de los animales, deberíamos contemplar los riesgos para nuestro organismo. Al alimentarnos estamos incorporando, además de la carne, todos los artificios que hicieron posible su acelerado crecimiento; lo cual se considera un factor determinante en el desarrollo de patologías clínicas relacionadas con el colesterol y el cáncer, entre otras. Algo de lo que podríamos librarnos llevando una alimentación más saludable. Vale la pena tenerlo en cuenta, ¿no crees?

Javier Lorente Murillo