Qué es el sector secundario

El otro día, cuando veíamos qué era el sector primario, os comentaba cómo la materia prima por lo general era procesada a fin de ser reconvertida en un objeto de uso cotidiano. Pues bien, resulta que el sector secundario se ocupa precisamente de esta etapa, de la de fabricación. Vamos a verlo algo más a fondo.
Sector secundario

¿Donde nos encontramos con el sector secundario?

No hace falta ir muy lejos para encontrarse con empresas encuadradas en el sector secundario, pues a lo largo de las últimas décadas ha sido uno de los motores económicos nacionales. De hecho gracias a su fuerte presencia España alcanzó el nivel de país desarrollado y se integró en la Unión Europea. Algo que por cierto fue un éxito común para la sociedad.
Por ejemplo, si os acercáis a las afueras de cualquier ciudad española seguramente os encontraréis con metalúrgicas, con empresas procesadoras de alimentos o mismamente con refinerías o petroquímicas, ¿verdad? Son por lo general grandes compañías que toman la materia prima que ha sido extraída de la tierra (o del mar) y que la convierten en barandillas, en piezas de coches, en patatas fritas de bolsa, en aceite para motores, etc.
Ahora bien, no hay necesidad de ir a las plantas de las grandes compañías para encontrarnos con ejemplos del sector secundario, pues a la vuelta de la esquina también hay PYMES, microempresas y autónomos que se podrían encasillar aquí. Por ejemplo los restaurantes podrían ser considerados como empresas del sector secundario, pues toman alimentos no procesados. Con las carpinterías pasa tres cuartos de lo mismo, pues a ellos les llegan maderas de las serrerías para ser convertidas en muebles y útiles.

La importancia del sector secundario

Tal y como os comentaba al inicio la industrialización (o instauración del sector secundario) es esencial en toda sociedad, se base en preceptos orientales u occidentales. Es la clave para que la economía se dinamice y potencie, pudiendo así llegar de manera natural al sector servicios o terciario, buque insignia de las sociedades modernas.
Además de que la industrialización provea de mayores recursos económicos al estado en cuestión también facilita que el comercio y las relaciones interculturales se desarrollen, pues por lo general el objetivo de la fabricación es exceder las necesidades nacionales para adentrarse en la exportación. Un hecho que favorece que una sociedad acceda al sistema mundial, se globalice y adquiera mayor conciencia de conjunto. Es decir, que se favorece el intercambio de culturas.
También hay que tener muy en cuenta que la industrialización requiere de perfiles técnicos muy especializados (ingenieros, técnicos, analistas, mecánicos, electricistas, etc.), por lo que se favorece una mayor especialización en la sociedad; y por ende la necesidad de educar y culturizar a la población es crucial. Tened en cuenta que el pueblo, cuando más culto sea, menos dependencia tendrá de las políticas de turno y podrá tomar las riendas de su destino. Es decir, que de manera indirecta favorece la democracia. Obviamente hay casos donde esta no es la realidad (China mismamente), pero son situaciones concretas.

Las fábricas del mundo

China es sin lugar a dudas el país donde el sector secundario cobra más importancia, pues su economía se basa en proveer al resto del mundo de lo cotidiano. Por ejemplo no tenéis que hacer más que coger vuestro teléfono móvil y ver de donde provienen la mayoría de las piezas, mirar de reojo el sello del fabricante en los juguetes de vuestros hijos o mismamente ver donde están impresos los libros de grandes tiradas. Por lo general hay un patrón común: China. De hecho algunas de las empresas más grandes del mundo han aparecido gracias a este contexto. Otros países y capitales de Asia también se han aprovechado de los salarios bajos, las regulaciones laxas y la mano de obra para desarrollarse al albor de las nuevas tecnologías.

Javier Lorente Murillo